30/3/11

Y ya que hemos hecho la revolución, ¿qué tal si ponemos una estrella? –Parte 1–

¿Os habéis fijado alguna vez en la cantidad de estrellas que estampan las banderas del mundo? Leí una vez en un blog una divertida (si bien absurda) teoría que resumidamente decía que los masones colocan una estrella, a poder ser de cinco puntas, en la bandera de los países que controlan.

¿Que hacen la revolución en Estados Unidos?, pues con las excusa de los estados le ponen unas cuantas estrellitas a la bandera. ¿Que llevan el comunismo a China?, pues le ponen también algunas estrellas en la bandera. Y así sucesivamente hasta ir controlando todo el mundo mientras ellos acarician un lindo gato persa en su butaca.


La verdad es que las estrellas han tenido un gran simbolismo ya desde la antigüedad y se utilizaron en banderas desde mucho antes de que existieran los primeros masones. Aunque también es cierto que varios masones han participado en movimientos de independencia y, tras la victoria, han disfrutado de cierto poder de influencia a la hora de diseñar, entre otras cosas, las banderas.

Más allá de estas teorías propias de Dan Brown, es interesante entender la presencia de las estrellas como símbolo. Normalmente las encontramos en las banderas de países con una corta vida como estados independientes, mayoritariamente tratándose de colonias (aunque también encontramos estados escindidos con estrellas en sus banderas). Por este motivo, es difícil encontrar banderas antiguas que luzcan estrellas. La mayoría son posteriores a la bandera americana o a la turca, en la que muchos se inspiraron.

Esta es la explicación por la que vemos tan pocas estrellas en las banderas europeas. Recuerdo, por ejemplo, la bandera de la gran (en cuanto a extensión) Yugoslavia, con una gran estrella roja en el centro con un fino marco amarillo. Me acuerdo de ella porque cuando yo era pequeño en la escuela nos hacían dibujar cosas para los niños bosnios y kosovares que morían en la guerra de los Balcanes y me decidí a intentar averiguar algo de ese país, aunque al final sólo se trataba de dibujar flores y mandar juguetes.

Es precisamente en los Balcanes donde todavía encontramos banderas con estrellas, como las de Bosnia-Herzegovina o Kosovo. Desconozco el motivo, pero podría ser que tuviera algún tipo de relación de la influencia que allí tuvo el Imperio Otomano. De hecho, cuenta una leyenda sin mucho fundamento que el Sultán otomano Murad II vio una luna ocultando una estrella sobre un mar de sangre después de una batalla en Kosovo en el siglo XV, con lo que incluso podríamos considerar que la influencia se produjo en la dirección opuesta.

Por cierto, ya que hablamos de la bandera turca, hay una interesante historia referente a su color. En un primer momento su fondo era verde y no rojo (similar a lo que podría ser hoy la bandera argelina) pero tiempo después un Sultán decidió pasarla al rojo. Esto es, ni más ni menos, que lo que hizo Coca-Cola con Santa Claus, con lo que tenemos otro clavo al que pueden agarrarse los amigos de las conspiraciones.

(Continuará)

1 comentario:

  1. Lo que está claro es que Santa Claus era masón.

    Leopold

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